lunes, 7 de mayo de 2007

Concluyendo...

Una vez más llegué a Santiago, recorrí el camino, el cuál siempre tiene algo que enseñarte, por muy viejo o muy sabio que seas, siempre hay algo que aprender, siempre hay un enfoque más, un vuelta de tuerca posible. Pero sí sé que hay tantos caminos como caminantes, que siempre estará ahí y que por muchas veces que lo recorra siempre volveré siendo una persona nueva, porque siempre habrá un cambio más, un detalle en el que no me había fijado por mucho que haya pasado miles y miles de veces por "ese lugar".

Esto no es más que una metáfora de la vida, y sí, otra vez todo se cumple...

domingo, 6 de mayo de 2007

Etapa 9 - Melide - Santiago de Compostela

Desde luego que ésta ha sido la etapa más dura de este camino y quizá una de las más duras de siempre. Recorrer los 55 kilómetros que me separaban de Santiago desde Melide, después de haber recorrido otros 53 el día anterior me dejó destrozado, pero mi avión salía esa misma noche, tenía que trabajar al día siguiente, e intentar recurrir a la épica proeza era la única opción si quería completar la peregrinación y recoger mi compostela.


Hasta el kilómetro 40 (40 para llegar a Santiago, son regresivos), donde encontré el primer bar, y desayuné, la cosa fue genial, incluso hasta el kilómetro 20 aguanté bastante bien; bebiendo y comiendo lo que tenía, bien me vinieron las chocolatinas que me regaló Ángel el día anterior, y de él me acordaba cuando me dijo que se sentía como un niño pequeño el último día de feria con ganas de vaciar los bolsillos, porque yo me sentía igual; dándolo todo. Ya había pasado por esa etapa del camino el año anterior y ya conocía todo eso, sólo quedaba llegar a Santiago.


Fue al llegar al condado de Santiago, paradójicamente, cuando se me agotaron las fuerzas, sobre todo cuando un escenario temporal en Lavacolla tapaba la salida del pueblo por el camino y me hizo recorrer unos cuantos kilómetros errando. Volví sobre mis pasos y el camino hasta subir el Monte do Gozo, que se me hizo eterno.


Hasta llegar a Santiago, a la zona antigua, y a las calles cercanas a la catedral, pasaron unos kilómetros infinitos, pero todo llega en esta vida, y todo se cumple, y en una de estas vueltas a una esquina aparece el arco que da acceso a la plaza del Obradoiro y el sonido de la gaita llega a mis oídos.

Ese gaitero debería cobrar más que el rey porque su función es mucho más importante. Y si ya venía emocionándome desde que empecé a pisar las calles de Santiago, al oír el sonido de la gaita y pasar por debajo del arco, siento esa sensación inexplicable y sollozo primero, para llorar después. Te sientes el rey del mundo al llegar a esa plaza, y realmente lo eres por unos segundos.


Recogí la compostela, abracé a Santiago, encendí una vela en honor a la abuela de Alicia y otra para mi amigo Guillermo, que me lo había pedido, le pedí suerte para sus peregrinos y caí tumbado en la plaza, donde mejor se está tumbado en este mundo, donde tantos otros se tumbaron a descansar, donde abandoné mis viejas botas en un bonito homenaje. Lo había logrado, y allí estaba por fin descansando bajo sus ojos, porque todo se cumple... una vez más.

sábado, 5 de mayo de 2007

Etapa 8 - Lugo - Melide

Una vez pasó Lugo, se acabaron las florituras que pudiese haber hasta ahora en el camino primitivo; el perfil se volvía casi llano por completo y el paisaje se caracterizaba por los pueblos recién abonados, vacas y ningún servicio. De hecho desde el kilómetro 96 hasta el 66 no hay ni una sola fuente, acostumbrado a la cantidad de ellas que hay en el camino francés, creí estar enloqueciendo cuando, sobre el kilómetro 75, encontré un grifo de cerveza en un árbol, al lado de una casa. Me sorprendió que no fuese un bar y una señora salió de la casa para decirme que era para dar cerveza fría a los peregrinos en el verano y que ahora no funcionaba. Sin embargo me guió a la tienda clandestina de Remedios, unos cien metros después, oculta tras una barandilla de aluminio, me vendió pan y fruta para comer algo, pues en todo este trozo de etapa no hay tampoco ningún bar ni tienda.


Es increíble que estando tan cerca del camino francés no haya más servicios, y que en 53 kilómetros de etapa sin albergues no se pueda comprar ni comer nada en este lado hostil de Lugo. El camino primitivo no está nada explotado, y prueba de ello es la falta de detalles importantes para los peregrinos, como el mojón del kilómetro 100, que no existe, o una indicación de separación entre el paso de Lugo a La Coruña. La única forma de saberlo era un monte haciendo de separación natural entre las provincias.


Así, llegué a Melide, muy cansado, tras haber recorrido 53 kilómetros, y aproveché el evento motero que había en la plaza para tomar una cerveza bien fría. La idea era habérmela tomado con Julián, el cuál había ido en autobús desde Lugo a Palas de Rei para hacer sólo los 12 kilómetros que le separaban de Melide y así no cargar más su dolorida rodilla. El problema fue que su rodilla no aguantó ni eso y se tuvo que volver para León.


Así que fui yo solo a Casa Ezequiel a por el pulpo de rigor, y me encontré un lugar remodelado, con las mismas ollas de cobre, pero vacío, no había prácticamente nadie y el mismo camarero que me atendió fue el mismo que cortó y preparó el pulpo, cortó el pan y me lo sirvió. Me sorprendió mucho no ver por allí a la señora del año anterior, pero ni con esas la calidad había bajado. El pulpo estaba delicioso como siempre y el vino muy rico. Me zampé una ración para dos personas yo solito, que me la tenía ganada y me fui derechito a la cama a coger fuerzas, que falta me iban a hacer, para el maratón de kilómetros para llegar a Santiago.

viernes, 4 de mayo de 2007

Etapa 7 - Cadavo - Lugo

Tenía ganas de llegar a Lugo, incluso me planteé continuar el día anterior y no pernoctar en Cadavo pero el problema es que no hay suficientes albergues como para estirar las etapas a una distancia de entre 30 y 40 kilómetros y muchas quedan a menos de 30 kilómetros.


Pero la etapa se hizo corta a la velocidad a la que andamos los cuatro con el ritmo que hemos cogido en una semana de peregrinación y a la hora de comer ya estábamos llegando a Lugo. El albergue estaba genial, Antonio, el hospitalero, nos trató muy bien y nos anunció que al día siguiente se nos uniría el camino francés al camino primitivo, me sorprendió esa forma de verlo, pero es real, puesto que este camino es del año 800, de cuando Alfonso II peregrinó desde Oviedo, el resto de caminos son posteriores. Nos contó alguna historia más, nos aconsejó sitios para comer y tapear y todo se le hizo poco para hacernos sentir como en casa. La verdad es que con gente así da gusto.



Después de comer llegó el momento de la despedida, el grupo se dispersaba: Domingo se iba a La Coruña a pasar el fin de semana, y Ángel prefirió dejar el camino en Lugo para poder retomarlo tranquilamente desde ahí en otra ocasión. Nos tomamos un vinito con Domingo y le acompañamos al autobús después de hacernos la foto de grupo.


Estuvimos toda la tarde viendo Lugo, dando vueltas por la ciudad, es una ciudad coqueta y bonita, me gustó la muralla, por la que paseamos y vimos bastantes corredores dando vueltas a ella. La catedral está muy chula, fuimos a sellar allí la credencial.


Para cenar, lo hicimos a base de tapas que nos ofrecían con cada vino en los bares de una calle típica. Es alucinante como, por incluso menos de un euro el vaso de vino, nos ofrecían primero un pincho y después una tapa de pulpo, jamón, champiñón, etc.


Después Ángel se fue a la estación y los demás a dormir con la tripa llena...

jueves, 3 de mayo de 2007

Etapa 6 - Padrón - Cadavo

Por fin, por fin tuvimos una etapa llena de sol, pude caminar de manga corta, con las gafas de sol, disfrutando del buen clima con el que compensaba Galicia todas las tormentas, lluvias y granizadas que nos había arrojado Asturias.


Subimos el último alto que nos ofrecía una vista preciosa, y a partir de ahí el camino se volvió llano para no volver a tener los toboganes que tenía en Asturias.


Esta etapa me recordó a los buenos tiempos del camino francés cuando pasaba más tiempo descansando que caminando y me parecía una vida flipante, incluso a mitad de camino una mujer de un curioso bar se ofreció a hacernos una tortilla de atún riquísima y nos trató como a reyes, es una pasada.


La etapa se hizo muy corta, conseguimos llegar prácticamente a la una de la tarde al albergue de Cadavo, donde nos atendió Leandro muy atentamente. El albergue estaba genial, nuevo, con calefacción, con buenas camas y buenas duchas, era el mejor albergue en el que habíamos estado hasta el momento y Leandro tuvo el generoso detalle de llevar a Julián al anterior albergue donde había perdido su credencial. Cuando te tratan así consiguen que te sientas especial.


Después de ducharnos fuimos a comer al restaurante de Mari Carmen, una chica muy educada y amable que nos cocinó un riquísimo menú de fideos con almejas y conejo asado por ocho euros, incluso me hizo un té de fresa muy rico que me vino muy bien para la buena siesta que me eché después.


Para cenar, volvimos al menú de Mari Carmen, que nos volvió a tratar de lujo, pero antes estuvimos en el bar de Pedro tomando vinos, al módico precio de cincuenta céntimos, con una buena tapa de rosquillas, cacahuetes y riquísimos canapés: recuerdo este día como el día redondo en el camino.


miércoles, 2 de mayo de 2007

Etapa 5 - Gradas de Salime - Padrón

El tiempo empezaba a mejorar, de hecho éste fue el primer día en el que la lluvia nos dio una tregua y sólo chispeó un poco por la mañana al salir del albergue. Asturias nos despedía con buen tiempo y poco a poco fuimos encarando el puerto de El Acebo, mientras dejábamos atrás la presa del día anterior con el embalse completamente cubierto de niebla, era un paisaje precioso y el tiempo acompañaba muchísimo.



Así llegamos a una modesta placa que nos decía que acabábamos de llegar a Lugo. Databa de julio de 2006 y nos daba a entender el auge del camino y lo poco concurrido que estaba. Aunque el perfil de la etapa era mucho menos duro que en jornadas anteriores, el paisaje no envidiaba mucho al de esas jornadas.


Fonsagrada es un sitio muy bonito, allí nos recomendaron una pulpería típica llamada O Candal, donde comimos tres raciones de pulpo delicioso, con croquetas y entremeses muy ricos. El sitio está recién rehabilitado y es muy bonito, el pulpo no entraba en el menú pero no fue demasiado caro, nos cobraron unos catorce euros a cada uno, a Julián, Domingo, Ángel y Juan Carlos, un nuevo miembro del grupo, de Santa Eugenia, es curioso que siempre me encuentre gente de allí haciendo el camino.


El albergue no estaba en Fonsagrada, sino que había que caminar un par de kilómetros hasta llegar a Padrón donde no hay tiendas ni bares, por lo que compramos fruta y cenamos en el albergue. El albergue era una pasada, era precioso y todo estaba muy nuevo, aunque no había calefacción y un radiador eléctrico que había se lo quedaron unos alemanes en su habitación, encerrados, haciéndonos pasar muchísimo frío por lo que sé que el tiempo les castigará por su falta de generosidad.


martes, 1 de mayo de 2007

Etapa 4 - Peñaseita - Gradas de Salime

Esta etapa fue sin duda la más dura y a la vez la más bonita, es comparable en dureza a la vez que crucé el Pirineo desde Sant Jean Pied de Port o a la vez que anduve desde Olveiroa a Muxía y Fisterra cruzando el río. Fuimos juntos todo el camino los cuatro: Ángel, Domingo, Jullián y yo, al principio topamos con una subida espectacular, al llegar a lo alto hacía un tiempo horrible, no llovía pero la niebla era muy densa y el viento casi nos arrastraba. Al empezar la bajada se abrió la niebla dejándonos una vista preciosa. Después, fue cuando bajamos hasta el embalse.





La visión del embalse y la presa compensó todo el esfuerzo que hicimos, ni siquiera las fotos pueden mostrar la belleza de aquel lugar. La bajada era muy empinada, la tomamos con calma, descendimos más de ochocientos metros en unos pocos kilómetros, la suerte era hacerla entre árboles, atravesando bosques, oliendo a verde. Era posible cruzar el embalse en una embarcación en lugar de dar el rodeo para cruzar por la presa, pero la falta de información ofrecida nos lo impidió, sin embargo pudimos ver así la presa y las infraestructuras que se usaron para construirla, abandonadas.





Nada más empezar la subida había un buen restaurante, pero lo encontramos cerrado, nos vimos los cuatro a la hora de comer, después de haber caminado unos treinta kilómetros, hambrientos, sedientos, tirados en la puerta del restaurante, sin ver ni un alma en kilómetros a la redonda y con una perfecta subida por delante. No quedó más remedio que continuar hasta Grandas de Salime, de un tirón, sin prácticamente haber comido nada en todo el día.

El albergue de Grandas tiene literas de tres pisos, y es un poco cutre aunque, por lo menos, tiene calefacción y está calentito. Allí conocimos a unos sevillanos que hacían su viaje fin de carrera en el camino de Santiago, prácticamente llenamos el albergue, se les veía gente sencilla y amigable.

Tras ducharnos fuimos a tomar vinos para hacer tiempo hasta la cena, y de tapa la mujer cometió la imprudencia de sacarnos un canasto de pan de hogaza tiernísimo con una gran cuña de queso azul, y un cuchillo. Tal era el hambre que teníamos que nos comimos la cuña de queso entre los cuatro mientras bebíamos vino, así que le tuvimos que dejar propina a la mujer. Después cenamos en el mismo lugar, cenamos arroz y jabalí, excelente, y unos postres muy buenos. La tertulia sobre la independencia leonesa con Julián amenizó mucho la noche, y entre vinos nos fuimos todos a dormir con la tripa llena, caí rendido tras el duro día y me dormí el primero, incluso con los sevillanos haciendo ruido.